Pan, educación, libertad de Petros Márkaris ha sido mi recomendación esta semana en el programa de radio Málaga en la Onda, 2ª edición, de Mercedes Lara (Onda Cero).

La propuesta es doble. Por un lado, continuamos viajando, esta vez a Atenas. Por otro, aprovechamos el viaje para leer una novela negra, un género que en los últimos años se ha reactivado porque ha sabido adaptarse a nuestro tiempo y reflejar la realidad. Hasta tal punto lo ha venido consiguiendo que, en Italia, con unos medios de comunicación absolutamente controlados, la gente que quería enterarse de lo que estaba ocurriendo buscaba información en las novedades del género negro.

Se cuecen habas en Italia. Aquí en España también, con el despido de Miguel Ángel Aguilar por atreverse a decir que los periódicos están en manos de los acreedores. Y en la novela de Petros Márkaris de forma literal, porque con el cierre de los bancos y la suspensión de pagos, la esposa del protagonista de Pan, educación, libertad decide recurrir a una economía de guerra: una olla diaria de legumbres de la que se alimentará toda la familia.

Con tantos recortes y el paro, no me extrañaría que el país sufriera muchos infartos y paros cardiacos. El Estado griego vive en un constante estreñimiento económico desde hace cuatro años. Nosotros, por el contrario, tal como amenaza Adrianí, comeremos tantas judías y legumbres que estaremos yendo sin parar al retrete.

Pan, educación, libertad, publicada en Grecia en 2012 y en España en 2013, cierra el ciclo que Petros Márkaris denominó Trilogía de la Crisis. De las tres, es la que se adentra mejor en las dificultades de un pueblo oprimido por el desempleo y la deuda, e indaga en las causas que llevaron a Grecia a esa situación. Por tratarse de una novela negra, el inspector Kostas Jaritos, protagonista de la obra, investiga unos crímenes que guardan relación con ese proceso social y económico.

Una de los aspectos más destacables de la obra es el humor que despliegan los personajes.

Fragmento de Pan, educación, libertad (Petros Márkaris):

—¿Habrá guerra? —pregunta Dermitzakis, riéndose.

—No te extrañe si mañana ves al ejército desplegado en las calles —contesta Vlasópulos.

Dermitzakis sigue bromeando.

—¿Qué pasará? ¿Un nuevo 1940?

—O un nuevo 21 de abril. El que llegue primero —contesta Vlasópulos con semblante serio.

—En 1940 no nos atacaron los alemanes, sino los italianos, que son del sur —digo a Dermitzakis—. En cuanto a un nuevo 21 de abril, olvídate. Los tanques no volverán a salir a la calle.

—¿Por qué no? —replica Vlasópulos.

—Porque la mitad carece de repuestos y la otra mitad, de combustible. Estamos salvados.

Entrevista a Petros Márkaris