En La llave, de Junichiro Tanizaki, un matrimonio maduro iniciará un juego sexual a partir del acceso mutuo y callado a los diarios que escriben de forma paralela. Lo que comienza como un intento de reavivar la pasión de una relación desgastada acaba convirtiéndose en un juego peligroso, un reflejo oscuro del alma humana, cruel e irónico a la vez.

Además de ser una novela inquietante y una recomendación a prueba de fallos a quien busque obras de calidad, La llave debería ser lectura obligada para la horda de autores que, a sartenadas, están perpetrando sus novelitas bajo la sombra de Grey.

Hay géneros que han sido y siguen siendo maltratados por sistema. Entre ellos, el histórico, la ciencia-ficción y el que tal vez sea el peor parado: el erótico. Sin embargo, este último género también cuenta con títulos memorables por su capacidad de introducirse en el terreno de la transgresión, el calado de su discurso interno y la prosa de categoría. La llave es uno de esos títulos.

La llave - Junichiro Tanizaki

Junichiro Tanizaki publicó La llave en 1956, con 70 años. Es uno de los escritores japoneses más importantes del siglo XX, junto a Kawabata o Mishima.

Recomendado el 19/5/2016 en Onda Cero, en el programa de Mercedes Lara, Málaga en la Onda.

La llave

Junichiro Tanizaki
110 páginas

 

4 de enero

(Él)

Este año me propongo escribir libremente sobre un tema del que hasta ahora no me había atrevido jamás a hacer ninguna mención en estas páginas. Siempre he evitado comentar mis relaciones sexuales con Ikuko, pues temo que ella pueda leer a hurtadillas mi diario y sentirse ofendida. Me atrevería a decir que sabe con precisión dónde lo guardo, pero he decidido no seguir preocupándome por ello. Desde luego, la rígida educación que recibió en Kioto le ha dejado un gran poso de moralidad chapado a la antigua, y la verdad es que más bien me enorgullezco de ello. Me parece improbable que se dedique a hojear los escritos íntimos de su marido. Sin embargo, no lo puedo descartar por completo. Si ahora, y por primera vez, mi diario se centra principalmente en nuestra vida sexual, ¿será ella capaz de resistirse a la tentación? Es una mujer sigilosa por naturaleza, amante de los secretos, que practica siempre la ocultación y finge no saber nada y lo peor del caso es que para ella todo eso no es más que pudor femenino. A pesar de que dispongo de varios lugares en los que esconder la llave del cajón donde guardo este cuaderno, es muy posible que una mujer como ella los haya registrado todos. Y, además, no le costaría nada hacerse con un duplicado de la llave.

4 de enero

(Ella)

Hoy ha sucedido algo curioso. Últimamente tenía muy descuidado el estudio de mi marido y, esta tarde, mientras él había salido a dar un paseo, me dispuse a adecentarlo. Allí, en el suelo, delante de la estantería en la que yo había puesto un florero con narcisos, estaba la llave. Quizás haya sido tan sólo un accidente, pero no puedo creer que se le haya caído por puro descuido. Eso habría sido muy impropio de él. Lleva un diario desde hace muchos años, y jamás había hecho nada parecido.

Por supuesto, hace largo tiempo que conozco la existencia del diario. Lo guarda en el cajón del escritorio y esconde la llave en algún lugar entre los libros o debajo de la alfombra. Pero eso es todo lo que sé, y no tengo interés en saber más. Jamás se me había pasado por la cabeza abrir ese cuaderno. Pero lo que me duele es que él sea tan suspicaz. Al parecer, no se siente seguro si no se toma la molestia de encerrarlo y ocultar la llave.

En ese caso, ¿por qué la habrá dejado tan a la vista? ¿Acaso ha cambiado de idea y ahora quiere que lo lea? Tal vez comprende que, si me lo pidiera, yo me negaría hacerlo, así que me está diciendo: «puedes leerlo en privado: aquí está la llave». ¿Significa eso que cree que no la he encontrado? ¿O quizás lo que dice es que: «a partir de ahora reconozco que lo estás leyendo, pero seguiré fingiendo que no lo haces»?

Recientemente se ha publicado una recopilación de relatos eróticos de este autor que tan bien sabía bucear en los deseos más íntimos:

Cuentos de amor, de Junichiro Tanizaki