Creo firmemente en el poder evocador de los libros de viajes, en la posibilidad de hacer fantasear al lector, de trasladarlo a los lugares más diversos -exóticos o cercanos, maravillosos o paupérrimos-. Lugares que en la mayoría de ocasiones no tendrá oportunidad de visitar, pero que gracias a la literatura de viajes permanecerán ya siempre con él como escenarios oníricos, misteriosos y, sobre todo, personalizados.

Paco Nadal

En un mundo saturado de información, a un solo clic de vídeos, fotos y datos prácticos acerca de cualquier lugar del planeta, la idea de leer libros de viajes puede resultarle trasnochada a más de un voluntarista internautizado. Sin embargo, es al leer estos libros cuando nos apropiamos de los territorios que describen, los idealizamos, los reconstruimos únicamente para nosotros. El periodista trotamundos Paco Nadal afirma que la literatura de viajes, pese a su obligado realismo, es la forma más refinada de hacernos soñar. Yo no sabría decir si es la más refinada, pero me atrevo a asegurar que un buen libro amplía nuestra experiencia viajera, tanto la real como la imaginada. Lo leamos antes o después de recorrer personalmente los paisajes de sus páginas, nuestro mundo se ensanchará, incluso en el caso de que nunca vayamos a realizar ese viaje.

Esta ampliación de territorio se produce más allá de lo que pueda aportarnos un documental y consigue el prodigio de hacernos pasar de espectadores a testigos. E incluso puede ir más allá. La lectura nos concede mayores posibilidades en el plano profundo de las ideas y permite regular a voluntad el avance para dedicar todo el tiempo que deseemos a reflexionar e imaginar, hasta llegar a ser protagonistas de un viaje que, transitado palabra a palabra, pasa a ser nuestro.

Literatura de viajes

Ya está aquí el verano y más de uno habrá planeado sus vacaciones o lo estará haciendo. Es el momento perfecto para iniciarse en el género. Para ello no hace falta elegir lugares exóticos. Destinos nacionales modestos o ciudades muy asentadas en nuestro imaginario, como Roma, Londres o Praga, siguen ofreciendo vivencias frescas por más guías que se escriban sobre ellas. El mundo está lleno de experiencias inspiradoras para escribir tu propio diario de viaje. Los siguientes consejos te resultarán útiles.

Literatura de viajes, algunos consejos

  • Hazte con el bloc de notas idóneo. Ten en cuenta que te acompañará durante todo el trayecto. Debe ser resistente, cómodo y ligero.
  • Vive tu experiencia como un viajero. Huye de la rutas establecidas, explora, mézclate con los habitantes del lugar, habla con ellos, acércate a su día a día.
  • Mantente alerta. Observa, olfatea, escucha, exprime cada momento.
  • Describe lugares, sensaciones, anécdotas, conversaciones. Los detalles son fundamentales.
  • Personaliza. Existen multitud de guías turísticas dispuestas a reducir el mundo. Tu diario de viaje tiene un sello personal.
  • Finaliza el día trabajando tus notas. Desarrolla, añade, reflexiona.

Literatura de viajes

En definitiva, vive el camino intensamente, busca la esencia y contarás con un buen punto de partida para elaborar tu manuscrito. Un libro de viajes no es un mero compendio de anotaciones, sino una obra literaria regida por los mecanismos del relato.

Te sugiero que leas la reseña de Historias de Roma, de Enric González, un estupendo ejemplo de literatura de viajes, y el monográfico Mapas y cuadernos, que realizamos en el número tres de la revista FahrenheitXXI.