Un comienzo

cicatriz

El viernes asistí a una charla interesante. El ponente habló de la libertad del individuo. De esa capacidad de decidir que nos convierte en humanos. Y de la obligación de ejercerla a pesar del miedo a equivocarse.

Llevo dos años en paro. La relación con mi familia se ha deteriorado mucho en este tiempo y he descubierto que la disciplina, que llevaba hasta el extremo en el terreno laboral, ya no me sirve para llenar los días.

Durante muchos meses, lo único que tenía en la cabeza era todo lo perdido: los recuerdos de un trabajo resultón al que dedicaba doce horas diarias, el apartamento en el centro convertido en foto de revista y la madre idolatrada, una invención que no conocía. Dejarse llevar alivia responsabilidades, pero resulta muy caro. Ahora sólo me queda el miedo. Y la capacidad de decidir.

Contenedores

de Eugenia Mateos 

Los contenedores de basura han adquirido un protagonismo inusitado. No hay más que encargarse de la modesta tarea diaria de tirar los desperdicios domésticos, para encontrarse con esa nueva clase social: la de los buscadores, provistos a veces de palo terminado en pincho para revolver mejor las bolsas de basura y enganchar lo que pudiera ser aprovechable. En ocasiones hay que dar un rodeo para esquivarlos (disculpe, ¿puede apartarse para que tire mi bolsa?, inimaginable); otras, pasamos junto a estos vecinos hurgadores avergonzados y extrañados de que no nos interpelen por permitir su indigencia extrema. El cinco de enero vi a un hombre que sacaba de un contenedor un juguete, seguramente roto.

Foto: ABCdesevilla.es (fragmento)

Foto: ABCdesevilla.es (fragmento)

Esto sí que es crisis. Es la mayor crisis, la miseria espiritual de la sociedad insolidaria.

Un ejército de uno

Un millón cuatrocientas dos mil ochocientas cincuenta y cuatro personas firmaron la solicitud de iniciativa legislativa popular contra los desahucios, promovida por la PAH. Ni escribiéndola a letra consigo darle a la cifra la importancia que tiene: ejercer la democracia real y obligar a que se tramite una ley que acabe con el genocidio social de los desahucios. Es tanta la fuerza que tienen ese millón cuatrocientas dos mil ochocientas cincuenta y cuatro personas, que incluso han conseguido doblegar al partido del Gobierno y obligarle a levantar el veto sobre la iniciativa.

El RotoQuizá estemos ante la pesadilla del político: un país donde los ciudadanos participen en algo más que en el trámite electoral de cada cuatro años; pero no debemos ser ingenuos. A la iniciativa legislativa aún le queda un largo recorrido. Posiblemente sea absorbida por la burocracia, desnaturalizada por el debate partidista y finalmente aprobada en forma de parodia de sí misma. Sin embargo, lo ocurrido nos muestra la importancia de cada ciudadano, el poder que cada uno de nosotros tenemos para intervenir en los asuntos públicos y la responsabilidad en que incurrimos al delegarlo en los políticos y desentendernos.

Ejerzamos ese poder. Cada uno en su micro-universo, pero dando siempre la batalla. Como un ejército de uno.

No me lo creo

rajoyLo siento, Sr. Rajoy, ya no me vale su comparecencia ante las cámaras para hablarnos agazapado detrás de sus gafas y su máscara de falso líder. No me lo creo, no me creo su discurso asegurando una y otra vez que todo es falso. No estamos sordos, no hace falta repetir. Estamos hartos de tanta mentira, de tantos eufemismos, de tantos discursos preparados por expertos. Con sus medias verdades y sus mentiras completas han agotado la paciencia de los españoles.
Ya no estamos en la época de Franco, donde se podía convencer con buenas palabras a una población analfabeta sedienta de esperanza. Por suerte, nuestro sistema educativo (que ustedes pretenden destruir) nos ha vuelto críticos. Ahora, para convencerme de que no ha habido sobres y dobles sueldos quiero que denuncie, que lleve a los jueces a los periodistas que han sacado a la luz la famosa lista, ahora quiero que sea la justicia la que diga quién es el mentiroso. Ya no me valen sus discursos, Sr. Rajoy.

Monos

No cuestionarse el porqué: es la clave ideológica mediante la que un sistema esclavista puede perpetuar la pérdida de libertades y derechos.

Cada vez que alguien encoge los hombros y dice que “las cosas han sido siempre así”, estamos ante un mono:

 

Viejas maneras

La limitación del pago en efectivo a 2500 euros entre empresas y profesionales entró en vigor a finales del 2012. Hace falta pasta, y la van a buscar en cualquier parte excepto en sus propios bolsillos.

Me ha llamado la atención que la Agencia Tributaria haya habilitado en su web una pestaña de denuncia para aquellos que, habiendo sido parte en el fraude, quieran denunciarlo antes de los tres meses y, como en las películas de policías, queden exonerados de la multa. Me puedo imaginar a quien estafaba a Hacienda, cogido de la mano de su socio, denunciando ahora al cómplice por hacer negocios con la competencia, irse con la secretaria o ser más guapo.

Me parece muy propia de este gobierno la cultura de la puñalada, el chivatazo y la venganza.

¿Habilitarán también una pestaña para denunciar a empresarios esclavistas, políticos corruptos o banqueros mentirosos?

 El mundo

¿Quiénes son nuestros jefes?

de María Toro

Estoy sentada en la consulta de la Inspección de Sanidad. Un paciente tras otro entra a justificar su enfermedad y la necesidad de mantener la baja laboral. El inspector médico pregunta, explora, lee informes y decide. Entra Isabel, no es una paciente sino una subinspectora. Está llorando, no puede contenerse ni aún viéndome allí sentada al lado de su compañero y amigo. Nos cuenta que su contrato ha sido reducido al 75% y que, a partir de ahora, será renovado mes a mes. Tiene 53 años y lleva 20 trabajando en la sanidad pública andaluza. Su amigo intenta consolarla sin éxito. Isabel tiene que irse a seguir viendo pacientes; 20 citas para esta mañana.
El inspector me habla de la valía de esta trabajadora, de su compromiso y responsabilidad. Y me cuenta que él mismo fue jefe hace años en otra provincia. Siempre fue partidario de llevar a cabo un plan de austeridad de acuerdo con los profesionales, que son los que están en contacto con la realidad práctica. Consensuar medidas, trabajar todos juntos para la viabilidad de nuestra sanidad. Creía en la importancia de rodearse de los más capaces para dirigir al grupo. Le propusieron ser Delegado de Sanidad en Málaga. Sabía que venían malos tiempos y no quería colaborar con la política de recortes abusivos que ya empezaban a acometerse, y rechazó la oferta. Me dice: ahora me arrepiento.
Si las personas capaces, con fuertes valores e ideas razonables, rechazan las jefaturas por no querer formar parte de una maquinaria que consideran injusta e ineficaz, ¿quiénes son nuestros jefes?