Don Quijote y el Tío Gilito

de Martín Domingo (http://www.elvendedordecrecepelo.blogspot.com.es/)

 

Ya tenemos un muerto suicida en Granada por culpa de los desahucios bancarios. Un librero, para que la tragedia tenga más fuerza simbólica.

El Estado inyectó dinero a los bancos pero el crédito no fluye y estos no parecen dispuestos a compartir con sus clientes las consecuencias de la crisis.

José Miguel colaboró al rescate de la banca con lo que no tenía, pero la Caja con la que se hipotecó literalmente hasta el cuello no pondrá ni para su caja de pino.

Triste panorama el de nuestro país, donde los ejecutivos que han hecho quebrar la banca se protegen del frío con billetes de quinientos y los vendedores de libros se afanan en buscar una cuerda que no ceda cuando empujen la silla.

La comisión judicial que se desplazó hasta la Chana para ponerlo en la calle llegó una hora después de que se colgara en el patio interior de su negocio.

Quizá pensó que la dignidad, como la virginidad, se pierde sólo una vez, y decidió morir colgado antes que vivir de rodillas.

Imagino al funcionario rellenando el papeleo: “Habiéndose personado la comisión judicial en la vivienda sita en tal, al objeto de proceder al lanzamiento del señor pascual, la presente diligencia no ha podido llevarse a cabo por ahorcamiento del demandado”.

La conclusión es descorazonadora. En este mundo definitivamente enloquecido, Don Quijote ha muerto a manos del Tío Gilito, el hombre que vive con su particular regla de oro: el que tiene el oro pone las reglas.