Las niñas alegres
Mi padre siempre me dijo que tenía que respetar a las mujeres, sobre todo si eran prostitutas. Y yo creía que mi madre era algo puta; consiguió casa, se dedicó a cocinar, limpiar y quedó embarazada cuatro veces. Así que aproveché una carta de mis tíos de Francia para salir del pueblo ni bien cumplidos los dieciocho. No fue por falta de fe, como acusaba el párroco; más bien todo lo contrario. Detrás de la plaza estaba la estación de [...]