La cita

de Siro Robles

Pintura de Zdzisław Beksínski_www.beksinski

Pintura de Zdzisław Beksínski en www.beksinski.pl

Ya frente a la puerta, te giras y miras la casa por última vez. Sigues pensando en ella como “tu casa”, aunque ahora sabes que jamás fue tuya. Ahí está el cuadro que trajiste de Londres, el sillón heredado de tu abuelo, la estantería repleta de libros. Piensas que quizá deberías ordenarlos antes de partir. Siempre decías: “De hoy no pasa que ordene los libros”. Pero los libros tienen voluntad propia y pronto uno de ellos te doblegaba, te convencía de que era mejor sentarte en el viejo sofá y dejar pasar la tarde envuelto en el hechizo de sus páginas. Ahora vuelven a tentarte, pero estás decidido. Miras el reloj: es la hora. Dices “adiós” y al punto estás en la azotea. Sabes donde situarte, nada de lo que vas a hacer es improvisado. Te asomas hacia la calle en el lugar preciso y compruebas que él está donde esperabas. Te alzas sobre el pretil. Calculas el ángulo exacto. Entonces saltas y en tu caída oyes que alguien grita. Él levanta la mirada y el miedo le paraliza. Pero tienes suerte. Cuando la sombra de tu cuerpo oscurece ya su figura y puedes ver tu reflejo crecer en sus ojos desorbitados, él te reconoce y comprende por fin el verdadero significado de la nota que ayer le hiciste llegar a su despacho. El mismo despacho donde no hace tanto firmaste aquel contrato envenenado que te ha convertido, hasta hoy,  en un esclavo de tus ilusiones y su codicia.