de Javier Ximens (http://ximens-montesdetoledo.blogspot.com.es/)
Tumbado en la camilla del podólogo.
—Han sido muchos años subiendo y bajando ladrillos, no es de extrañar que las uñas, como la vida, me hayan lacerado el cuerpo. Claro que ahora ya tengo tiempo para cuidarme. He cumplido los 55 años. Me han echado de la empresa para que pueda «desarrollar la última etapa de mi carrera profesional en nuevas oportunidades de negocios», me dijo el jefe. El psicólogo me ha animado a realizar «todo aquello que deseé y no tuve tiempo para hacer». Me alegro de que hayan retrasado la edad de jubilación, así podré estudiar arquitectura, encontrar trabajo, ganar dinero, construirme una casa con cuatro viviendas, la planta baja para mi mujer y para mí (pensando ya en la vejez), el resto para cada uno de mis hijos. ¿Sabe?, ahora vivimos todos, con los yernos, nueras y nietos en el piso que heredamos de mis suegros…
—Por favor, ponga los pies sobre la tierra…, perdón, quiero decir en el suelo —dijo el anciano doctor en prácticas.