Varios trabajadores del campo pujan por un lugar en la camioneta que les llevará hasta los plásticos. El más barato logrará subir. Qué exagerado. Alterna la mirada entre la película y el correo-e.

En el siguiente mensaje encuentra las últimas ofertas del chollo-cupón. Un masaje de 50 minutos por 9 euros. Calcula la parte que recibirá la persona que hará el masaje mientras duda si comprarlo o no. Su espalda necesita arreglos pero elimina el correo y la tentación, de nuevo tiene un mes de cuarenta días.

Ve a su derecha la documentación que ha traído para adelantar trabajo el fin de semana. Jurisprudencia sobre las anteriores Bajas temerarias en los precios ofertados en concursos públicos. Ahora se denominan Bajas desproporcionadas o anormales, y ya no significa lo evidente, que son precios por debajo de coste y que una institución pública no debería admitirlos. Ante la consulta del órgano contratante cualquier excusa sirve. El criterio para justificarlas se ha relajado casi tanto como lo hubiese hecho él tras el masaje.

No existe un importe que no se pueda rebajar y las empresas ejercen una competencia feroz para no perderlo todo, pero este mercado de crisis funciona como un ecosistema y pronto se restablece el equilibrio: la reforma laboral facilita el despido y los contratos de escombrera, o mejor, aguza el miedo para que se acepten las rebajas salariales y las jornadas de doce horas. Las sonrisas enfajan la indignación y la mayoría ocupa su puesto en la camioneta.

Deja la documentación para más tarde, mejor el domingo después de comer. Cierra el correo-e y se centra en la película, que se interrumpe para dar paso al anuncio de una empresa de Dinero al instante. Unas gafas nuevas, arreglos en el coche, ese viaje que ya no puede hacer y una promesa: te respondemos en el mismo día.

Afortunadamente aún conservo mi puesto de trabajo, piensa. De fondo, parece que en la calle, se oye un ruido de motor.