Hay días que todo sale mal. Cualquier remedio lo empeora. Lo mejor es estarse quietecito y no hacer nada. Esperar a que pasen las horas. Que el nuevo día aleje supersticiones.

A mí me da por reír, y es una risa que está en la frontera del llanto. Una risa indecisa y absurda. Juego entonces a pensar qué es lo siguiente que va a fastidiarse. Y como un esperanzado espectador comienzo a desear que se cumpla mi pronóstico, y claro, como todo me sale mal, no acierto. Aquello que iba mal se endereza y comienzan a llegar los buenos resultados. Entonces me quejo de lo mal previsor que he sido y de que no me sale nada bien.

Lo peor de todo es que mi personalidad entra en un estado de inseguridad permanente. ¿Debo pensar continuamente en negativo para que todo marche bien? Aunque tampoco funciona, porque cuando decido pensar en negativo para que todo salga bien, provoco que  vuelvan a salir las cosas mal, ya que yo estaba pronosticando indirectamente que todo iba a salir bien. ¿Me entienden? La situación se complica. Lo mejor es pronosticar que todo va a salir mal, pero sin tener consciencia de ello. Estoy proponiendo una doble personalidad. Que mi mitad derecha piense en algo sin que se entere la izquierda. A estas alturas ya han transcurrido varias horas del día.

A los que logran esa naturaleza bipolar les suele ir muy bien. Por un lado hacen cosas que no desean, y por otro desean cosas que no hacen. Es un estado avanzado de felicidad, porque una de las consecuencias de ello es la falta de remordimientos ante sus actos y pensamientos. ¿Cómo acusarme de algo que no he deseado? ¿Por qué preocuparme de algo que no he hecho?

Sospecho que últimamente hay más gente que ha llegado a la misma conclusión. En cualquier ámbito influyente abundan las contradicciones: anónimas negligencias que elevan la mediocridad general. La no asunción de responsabilidades produce un estado embriagador cercano al que inducen las drogas. Un método mucho más barato de alcanzar el clímax de autosatisfacción y bienestar personal.

Celebro la llegada de la noche. Confieso que ha sido duro, pero me siento satisfecho de haber puesto límite a las inclemencias. He conseguido un alto grado de irresponsabilidad en mi comportamiento futuro. Será un buen comienzo para los días venideros.