El hombre está observando una fotografía. Es un retrato de un niño sentado en una escalera de piedra; chaqueta de paño, pantalón corto, calcetines de lana. Su calzado de tela parece haber atravesado un desierto. Las punteras, perforadas. El niño mira al cielo mientras sonríe y abraza contra su pecho un par de zapatos de cuero nuevos. Quien lo observa se sorprende, en primer lugar, del entusiasmo captado en la imagen. Después lee el pie de foto: Orfanato en Austria, 1946.

No sabe si admirar la oportunidad del fotógrafo u odiar su oportunismo. Recuerda una vieja expresión: más feliz que un niño con zapatos nuevos, y piensa que el mundo posmaterialista enterró el significado de esa frase bajo la arena feroz del consumo. O al menos así fue hasta hace unos años, antes de la última invasión del Reich financiero y de que la incompetencia y corrupción políticas lo dejasen huérfano de futuro. Sin embargo, mientras continúa mirando la foto recuenta mentalmente la docena de pares de zapatos que aún conserva en buen estado. Desde su condición adulta se pregunta qué objeto podría despertarle la emoción recogida en el retrato.

¿Es necesario atravesar años de duras privaciones para averiguarlo? ¿Esa pasión está reservada únicamente a la infancia? Tal vez sea ese el motivo por el que a veces quiere regresar a la niñez. Aprendió a ser desconfiado y medroso frente a un mundo que actúa según un mecanismo inhumano, pero intuye que dentro lleva un niño capaz de sentir la misma ilusión que el de la foto.

Quizá está produciéndose un cambio. Desde hace algún tiempo, se le revela un impulso de intervenir la realidad, ha reencontrado la diferencia entre tener y ser, y ese ser nuevamente invocado quiere construir. Ya que el mundo lo deja aparte, ¿por qué no crear otros mundos o recrear el que le ha tocado en suerte? Acepta el deseo de acción, la aspiración de ser. Aunque su piel está desertizada, escucha cómo fluye el agua por debajo. La abraza como hace con sus zapatos el niño de la fotografía. Y se alegra al descubrir que ese territorio líquido no se le escurre entre las manos.

 

(Prólogo del libro Territorio líquido. Relatos de la incertidumbre)

Territorio líquido