Escena primordial 1, de Carlos Carusi (Buenos Aires, Argentina)
Finalistas:
El fantasma del Olimpia, de Miguel A. Royo Payarés (Zaragoza, España)
Una mujer corriente, de Juan González de las Casas (Murcia, España)
Burocracia, de Mª Eulalia Douglas Pedroso (La Habana, Cuba)
Aula Magna, de Elena Marqués Nuñez (Sevilla, España)
Cada cosa en su lugar, de Nathalie Moreno Arqueros (Santiago, Chile)
A continuación ofrecemos los textos de los tres restantes finalistas, a quienes felicitamos por su buen hacer:[/one_half_last]
Burocracia El carro de los bomberos, con el ulular de su sirena, se abre paso hacia el Viejo Callejón, en el ultramarino barrio de Regla. Mª Eulalia Douglas Pedroso |
Aula Magna Ni subido a una escalera conseguiría besarte, tan distante te percibo, con ese desdén con que te mueves desde la altura de tus ojos grises. Te sientas a mi lado, dejándote caer con displicencia, y ladeas la cabeza para rozarme el cuello con tu rubia melena, tan lacia y pensativa. No entiendo bien ese interés perverso por provocar pasiones sin futuro. Elena Marqués Nuñez |
Cada cosa en su lugar Si digo que él mintió, miento. Si digo que no mintió, no digo la verdad. Ella tiene cuarenta años, se llama Simona y es mi hermana mayor. La quiero como ella no es capaz de quererse. Él se llamaba Ricardo. Al principio me pareció feo y con el tiempo, repugnante. Su boca no era boca, era un pozo de agua estancada. Las costuras de los pantalones casi le reventaban y usaba la camisa afuera para mal disimular su obesidad. Coronaba la indumentaria una mancha oscura en su espalda de buey y dos fétidas aureolas bajo los brazos. Una tarde le dijo a mi hermana que le había conseguido el trabajo prometido. Sólo le pidió a cambio que abriera las piernas. Entonces ocurrió lo que ocurrió. Si digo que Simona lo empujó por el balcón, miento. Si digo que Ricardo resbaló, no digo toda la verdad. Nathalie Moreno Arqueros |
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