Tras terminar el periodo de votaciones, el cuento que ha obtenido más puntos es Vals del equilibrio (32 votos), de Daniel Sánchez González, quien firmó con el seudónimo Jacques K.

Este autor presentó además a concurso el relato Espiral churrera (25 votos) y otro sin título (13 votos) con un bonito guiño a Veinticuatro horas en la vida de una mujer, de Stefan Zweig. Desde el taller de escritura queremos felicitar a Daniel por el humor, agilidad e imaginación que despliega en los tres textos.

Los siguientes clasificados en las votaciones fueron El viaje (26 votos), de Daniel Castillo, y El verano de mi pie izquierdo (24), de Cristina Soriano. Nuestra enhorabuena también a ambos.

 

Vals del equilibrio
Daniel Sánchez González

Vals-del-equilibrioUn triángulo de tortilla, contenido en el rectángulo de la toalla, y dos seres equidistantes: La gaviota, suspendida en el aire, y yo. Tengo que salvar mi almuerzo. Sorteo a los bañistas, las radios, las barbacoas. La arena retrasa mi carrera, mientras contemplo el avance mecanizado del plumífero, horror del celuloide. ¡Maldita plaga y maldito el cantautor de voz atiplada que les canta!

Salto ante la mirada perpleja de los bañistas. Ella cae empicada hacia el punto de fuga, vértice de fécula. Se produce el choque. Siento un dolor agudo y la tortilla ha desaparecido. Furioso, busco a la gaviota en el aire. La sigo con la vista hasta la orilla, donde ha aterrizado para zamparse mi tortilla, mientras llegan otras a por los restos.

Los bañistas devuelven la mirada a sus barbacoas. El cantautor de voz atiplada suena en una radio.

 

Espiral churrera
Daniel Sánchez González

 

Maldita resaca, Fermín. Todo me da vueltas. Un churro es un churro es un churro. Soy churrero, mis ojos son marrones. Soy churrero y cuando canto, hago churros por toda cosa. Ellos los toman con café en todos los idiomas posibles. Babel a 30º, 17:30 hora Zulu.

Cup of coffe and two churros, please.

Agosto es el mes más cruel. Sudo aceite hirviendo y doy vueltas a la rueda infinita como un diábolo. La espiral engorda, su centro se levanta hacia el techo. No la puedo parar. Un churro es un churro es un churro. Quiero escapar de la sala, así que trepo a la punta que se eleva, me lo pide el sursuncorda. Me dirijo al altísimo desde Babel.

—Fermín, ¿qué haces?

No respondo. Es mejor no responder. Trepar y tratar de escapar hacia las nubes, azucaradas, con poco café y mucha leche.

—Anda, vete a tu casa y te pegas una ducha. Vaya curda.

Escapo. Lo he logrado. Maldita resaca, Fermín.

 

Espiral churrera