El pasado 14 de julio se produjo un encuentro espontáneo entre algunos participantes de diferentes grupos. Aprovechamos para hacer un balance del último año en el taller.
Antonio Almansa, director de los cursos, propuso una reflexión sobre el tiempo semanal que cada uno había logrado para sí con la costumbre disciplinada de escribir y de asistir a un espacio, el taller, donde compartir lo escrito con compañeros de similares inquietudes. En definitiva, de un tiempo único e íntimo ganado a través de la escritura; todo ello más allá, y además, de los ineludibles compromisos laborales o familiares.
Acudir al curso supuso la ganancia de un tiempo personal al que en el futuro, asistiendo o no al taller, ¿estaríamos dispuestos a renunciar?