Gana la banca

Cada desahucio del que tenemos noticia evidencia la sobreprotección que la legislación hipotecaria le ofrece a las entidades financieras frente a los ciudadanos. Sin embargo existen otras características de las deudas hipotecarias menos conocidas pero igual de perversas: entre ellas el tándem formado por los conceptos «interés moratorio» y «resolución anticipada».

El interés moratorio es el porcentaje aplicado sobre el capital adeudado en caso de impago. Se configura como un castigo para quien se retrasa en el pago de su cuota hipotecaria y normalmente se fija en el 29% anual sobre el importe de las cuotas adeudadas.

Por su parte, la resolución anticipada es la facultad otorgada a la entidad financiera para, en caso de impago de la cuota hipotecaria, tener por resuelto el contrato y considerar vencida la deuda, de modo que el deudor queda obligado a la devolución inmediata de la totalidad del importe del préstamo.

La combinación de ambos conceptos resulta fatal para el deudor y muy lucrativa para el banco, ya que en caso de resolución anticipada los intereses moratorios se aplicarán a todo el importe del préstamo y no sobre las cuotas impagadas. Consideremos una hipoteca en la que la deuda asciende a 180.000€. Si el deudor deja de pagar las cuotas hipotecarias y el banco decide dar por vencido el préstamo, los intereses moratorios gravarán al 29% anual dicha cantidad, lo que significa que, por el hecho de no poder pagar la hipoteca, el banco ganará 4.350€ al mes. Nadie negará que es un excelente negocio.

Se colmó su vaso

La señora de 52 años que se suicidó ayer tenía un grave problema. Seguramente empezó cuando ningún servicio social la ayudó en el cuidado de su madre anciana debido a la falta de presupuesto, por lo que tuvo que abandonar el trabajo para hacerlo ella misma. ¿Cuántas personas hay en esta situación?

En España, el cuidado de nuestros ancianos sigue recayendo sobre las familias. Estamos todavía muy lejos de nuestros «compañeros» europeos. A esta situación se suman las depresiones que padecen quienes se ven desbordados por su falta de preparación y la pena de ver a su progenitor en decrepitud.

A pesar de esto, las familias suelen afrontar las dificultades con valentía, pero si encima llega una orden de embargo de la vivienda, el vaso se colma.

La desobediencia

Me llama la atención cuando hojeo LA ENCICLOPEDIA ÁLVAREZ  (texto escolar del franquismo en las escuelas de los años 50-60) de qué modo se destaca, con fines doctrinarios, la obediencia como la virtud más importante que debe practicar el niño.Transcribo un párrafo de un libro escrito por un teólogo de la liberación, jesuita, que a sus ochenta años ha decidido abandonar sus votos de obediencia; es decir, se ha salido de cura.

«El sistema, cualquier sistema, soporta las protestas, las denuncias, la impopularidad. Lo que no soporta es la desobediencia de aquellos que anteponen las necesidades de los que sufren (por lo que sea) a los deberes que les impone el sistema. Porque todo sistema se sostiene sobre la sumisión de los que hacen de la mística de la sumisión su lema de moralidad y su proyecto de vida.»  (Jose María Castillo. Víctimas del pecado. Edit.Trotta)

Hoy día, con la democracia, nuestros llamados representantes acuden a la promulgación de leyes, que cambian como y cuando les conviene para obligarnos a obedecer. Así se legaliza la injusticia. De un día para otro han cambiado hasta La Constitución. Cuando la ley les toca, hacen uso de la amnistía.  Así lo ha hecho el PP para politicos propios y así lo hizo el PSOE con banqueros.  No hay cambio profundo sin desobediencia; pero esta debe practicarse en masa para que sea efectiva.  Así que… ¡niño, no te calles!