Pigmalión, de John Updike (1932-2009)
Lo que le gustaba de su primera mujer era su talento para la imitación. Después de una fiesta, una fiesta que hubieran dado ellos mismos o cualquier otro matrimonio, sabía imitar con gran realismo todo aquello que habían visto: rostros, voces y con su bonita boca hacía toda clase de pequeñas muecas con las que sabía revivir en un mágico momento la presencia de cualquier amigo ausente. —Bueno, en fin, zi a mí de verdad me interezaze... ¿No es así [...]