Un comienzo

cicatriz

El viernes asistí a una charla interesante. El ponente habló de la libertad del individuo. De esa capacidad de decidir que nos convierte en humanos. Y de la obligación de ejercerla a pesar del miedo a equivocarse.

Llevo dos años en paro. La relación con mi familia se ha deteriorado mucho en este tiempo y he descubierto que la disciplina, que llevaba hasta el extremo en el terreno laboral, ya no me sirve para llenar los días.

Durante muchos meses, lo único que tenía en la cabeza era todo lo perdido: los recuerdos de un trabajo resultón al que dedicaba doce horas diarias, el apartamento en el centro convertido en foto de revista y la madre idolatrada, una invención que no conocía. Dejarse llevar alivia responsabilidades, pero resulta muy caro. Ahora sólo me queda el miedo. Y la capacidad de decidir.

La cita

de Siro Robles

Pintura de Zdzisław Beksínski_www.beksinski

Pintura de Zdzisław Beksínski en www.beksinski.pl

Ya frente a la puerta, te giras y miras la casa por última vez. Sigues pensando en ella como “tu casa”, aunque ahora sabes que jamás fue tuya. Ahí está el cuadro que trajiste de Londres, el sillón heredado de tu abuelo, la estantería repleta de libros. Piensas que quizá deberías ordenarlos antes de partir. Siempre decías: “De hoy no pasa que ordene los libros”. Pero los libros tienen voluntad propia y pronto uno de ellos te doblegaba, te convencía de que era mejor sentarte en el viejo sofá y dejar pasar la tarde envuelto en el hechizo de sus páginas. Ahora vuelven a tentarte, pero estás decidido. Miras el reloj: es la hora. Dices “adiós” y al punto estás en la azotea. Sabes donde situarte, nada de lo que vas a hacer es improvisado. Te asomas hacia la calle en el lugar preciso y compruebas que él está donde esperabas. Te alzas sobre el pretil. Calculas el ángulo exacto. Entonces saltas y en tu caída oyes que alguien grita. Él levanta la mirada y el miedo le paraliza. Pero tienes suerte. Cuando la sombra de tu cuerpo oscurece ya su figura y puedes ver tu reflejo crecer en sus ojos desorbitados, él te reconoce y comprende por fin el verdadero significado de la nota que ayer le hiciste llegar a su despacho. El mismo despacho donde no hace tanto firmaste aquel contrato envenenado que te ha convertido, hasta hoy,  en un esclavo de tus ilusiones y su codicia.

Lo que deja la noche

de Felicidad Batista

Esperanza se ve reflejada en la vidriera de mi tienda de delicatessen. Sus labios ateridos quedan a la altura del chocolate de trufa, su nariz roja sobre una botella de cava gran reserva y sus ojos acuosos se recortan en dos tapas de caviar ruso, y sonríe. Se aleja sorteando la escarcha que la noche ha abandonado sobre la acera. Arrastra bolsas de lo rescatado en los contenedores. Por la tarde la encuentro leyendo bajo los arces escuálidos en el Parque Nuevo. Sus hijos llegan del colegio público cercano. Se abrazan. Continúo hacia la tienda y la recuerdo bajando de un auto alemán conducido por su marido. Blusa ajustada, falda entubada, tacones altos y sonrisa permanente. Al final de su jornada en una agencia publicitaria entraba en la tienda. Hasta que un día desapareció. Supe que su marido la había abandonado. La esperé. Fui a la agencia donde trabajaba pero un cartel de se alquila colgaba de la puerta. Desesperanzado regresé a los días iguales.

Delicatessen

Meses después la reconocí en un amanecer lluvioso envuelta en un abrigo viejo. Simulé no verla.

Estoy cansado, ha sido un día ajetreado. La noche fría avanza y trato de mantenerme despierto detrás del mostrador con las luces apagadas. Caen copos de nieve. Esperanza inicia su recorrido. Pasa deprisa pero retrocede porque hoy el contenedor está junto a la puerta. Lo abre y saca la bolsa con el chocolate de trufa,  el cava gran reserva, el caviar ruso y los turrones artesanos. Sonríe.  Es Nochebuena.

Contenedores

de Eugenia Mateos 

Los contenedores de basura han adquirido un protagonismo inusitado. No hay más que encargarse de la modesta tarea diaria de tirar los desperdicios domésticos, para encontrarse con esa nueva clase social: la de los buscadores, provistos a veces de palo terminado en pincho para revolver mejor las bolsas de basura y enganchar lo que pudiera ser aprovechable. En ocasiones hay que dar un rodeo para esquivarlos (disculpe, ¿puede apartarse para que tire mi bolsa?, inimaginable); otras, pasamos junto a estos vecinos hurgadores avergonzados y extrañados de que no nos interpelen por permitir su indigencia extrema. El cinco de enero vi a un hombre que sacaba de un contenedor un juguete, seguramente roto.

Foto: ABCdesevilla.es (fragmento)

Foto: ABCdesevilla.es (fragmento)

Esto sí que es crisis. Es la mayor crisis, la miseria espiritual de la sociedad insolidaria.

Un ejército de uno

Un millón cuatrocientas dos mil ochocientas cincuenta y cuatro personas firmaron la solicitud de iniciativa legislativa popular contra los desahucios, promovida por la PAH. Ni escribiéndola a letra consigo darle a la cifra la importancia que tiene: ejercer la democracia real y obligar a que se tramite una ley que acabe con el genocidio social de los desahucios. Es tanta la fuerza que tienen ese millón cuatrocientas dos mil ochocientas cincuenta y cuatro personas, que incluso han conseguido doblegar al partido del Gobierno y obligarle a levantar el veto sobre la iniciativa.

El RotoQuizá estemos ante la pesadilla del político: un país donde los ciudadanos participen en algo más que en el trámite electoral de cada cuatro años; pero no debemos ser ingenuos. A la iniciativa legislativa aún le queda un largo recorrido. Posiblemente sea absorbida por la burocracia, desnaturalizada por el debate partidista y finalmente aprobada en forma de parodia de sí misma. Sin embargo, lo ocurrido nos muestra la importancia de cada ciudadano, el poder que cada uno de nosotros tenemos para intervenir en los asuntos públicos y la responsabilidad en que incurrimos al delegarlo en los políticos y desentendernos.

Ejerzamos ese poder. Cada uno en su micro-universo, pero dando siempre la batalla. Como un ejército de uno.

El camino de la dación en pago

La iniciativa ciudadana de recogida de firmas a favor de la dación en pago ha comenzado con esperanza su trámite. El Congreso ha votado discutirla por unanimidad (el PP ha cambiado su voto en el último momento).

Mientras, la calle era un hervidero, y se conocía la noticia del suicidio de una pareja de jubilados en Mallorca debido a su inminente desahucio.

La semana pasada, Ada Colau, representante de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, compareció en el Congreso con decisión (un fragmento):

Esta fue parte de la respuesta del «ofendido» presidente:

Y cómo acalló lo que no le interesaba:

Para quien desee ver la comparecencia completa de Ada Colau:

https://www.youtube.com/embed/LtNBnc6khHg?rel=0

(Paz Monserrat nos envió el enlace de este vídeo)

El peligro

de Jesús Esnaola

Foto de El Mundo (fragmento)

Foto de El Mundo (fragmento)

Son algo más de las doce de la noche y la grieta ha dejado de crecer. Recorre la calle Mayor a lo largo de más de ochenta metros y ha alcanzado en algunos puntos hasta setenta centímetros de anchura, lo que la convierte en un riesgo evidente. El alcalde ha decidido establecer un perímetro de seguridad vallado y pide voluntarios para la vigilancia.

Yo superviso las acciones y no dudaré ni un segundo, si la situación lo requiere, en golpear con una pala la cabeza de los insurgentes del abismo si se les ocurre subir al pueblo.

Pasan ya dos horas del mediodía

de  jj ebanista

Pasan ya dos horas del mediodía. Esta mañana a las ocho estaba programada mi operación. Mi hija, mi sobrino Lucas y un amigo, de esos que tras doce años sin vernos aún tienen conversación, me acompañan dispuestos a darme ánimos y quizás el último adiós. Todos con muchas expectativas.

PasanDosHorasLa desesperanza crece cuando una hora y otra y otra pasan sin oír las ruedas de la camilla que viene a salvarme de esta agonía con remedio.

El corazón de un joven precipitado desde un andamio, quien sabe si por no tener medidas de seguridad, debía llegar, pero las aspas de ese ángel que lo traería no iniciaron su giro. Primero porque tardaba la ambulancia con el órgano que debía interpretar la primavera de Vivaldi. Después porque es el día de descanso del piloto, y no lo cubren.

Dos horas después del mediodía mi alma se cuela por el sumidero de la impotencia y un cartel colgado en la puerta de salida de mi vida reza: No tenemos corazón, estamos en crisis.