de Luciano Daniele (Argentina)
Ningún vecino salió a despedir al juez cuando llegó su propia orden de desalojo.
de Luciano Daniele (Argentina)
Ningún vecino salió a despedir al juez cuando llegó su propia orden de desalojo.
de Raquel Vázquez (http://nieblaeterna.blogspot.com.es/)
Distraída como estaba, casi no lo ve entrar. Pero lo vio, no había duda, era él, con un rostro carcomido donde resaltaban dos ojos cansados, añorantes de la visión vivaz del mundo a través del parabrisas de un impecable BMW blanco. Al unirse dubitativo a la cola, no se advierte aquella arrogancia con que daba órdenes a empleados como ella, la indiferencia con la que, desde la implícita seguridad de director ejecutivo, les daba las gracias y un sarcástico «siempre recordaremos tu paso por aquí», mientras se regodeaba en un portazo que rezumaba herida, consciente de que en estos tiempos apenas existen nuevas oportunidades de trabajo para detener la hemorragia.
Y ahora es él quien sangra, piensa mientras lo ve detrás, esperando también su turno. Lo piensa pero esa idea se va manchando según renace en su gesto una impaciente petulancia con la que llama a un encargado del INEM, para intentar conseguir, mediante la misma discreción que le valió para medrar en la empresa y en sus bolsillos, pasar por delante. Así que no aprendió nada, se lamenta, aunque al menos complacida de que la suya fuera una protesta más para retornarlo a su sitio, donde, si hay algo que sobre, es tiempo y silencio para interiorizar al fin la lección.
de María Toro
Estoy sentada en la consulta de la Inspección de Sanidad. Un paciente tras otro entra a justificar su enfermedad y la necesidad de mantener la baja laboral. El inspector médico pregunta, explora, lee informes y decide. Entra Isabel, no es una paciente sino una subinspectora. Está llorando, no puede contenerse ni aún viéndome allí sentada al lado de su compañero y amigo. Nos cuenta que su contrato ha sido reducido al 75% y que, a partir de ahora, será renovado mes a mes. Tiene 53 años y lleva 20 trabajando en la sanidad pública andaluza. Su amigo intenta consolarla sin éxito. Isabel tiene que irse a seguir viendo pacientes; 20 citas para esta mañana.
El inspector me habla de la valía de esta trabajadora, de su compromiso y responsabilidad. Y me cuenta que él mismo fue jefe hace años en otra provincia. Siempre fue partidario de llevar a cabo un plan de austeridad de acuerdo con los profesionales, que son los que están en contacto con la realidad práctica. Consensuar medidas, trabajar todos juntos para la viabilidad de nuestra sanidad. Creía en la importancia de rodearse de los más capaces para dirigir al grupo. Le propusieron ser Delegado de Sanidad en Málaga. Sabía que venían malos tiempos y no quería colaborar con la política de recortes abusivos que ya empezaban a acometerse, y rechazó la oferta. Me dice: ahora me arrepiento.
Si las personas capaces, con fuertes valores e ideas razonables, rechazan las jefaturas por no querer formar parte de una maquinaria que consideran injusta e ineficaz, ¿quiénes son nuestros jefes?
Están desatados y no pierden el tiempo. Después de privatizar la gestión sanitaria en Madrid, la señora Cospedal ha decidido cancelar los servicios de urgencias en varios pueblos de Castilla-La Mancha. Además el Gobierno central no descarta que esta medida se extienda al resto del país.
Juan Manuel Moreno, secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, lo ha calificado como una reordenación de los recursos públicos disponibles, y ha declarado que no implica ningún tipo de desprotección para los ciudadanos. Me imagino que se referirá a los ciudadanos que no viven en los pueblos afectados, porque a éstos les han obligado a enfermar dentro de un horario, a enfermar a golpe de silbato, que es como este gobierno pretende que hagamos las cosas. Ellos dicen: saltad, y nosotros respondemos: ¿hasta dónde? Aunque lo que yo me pregunto es hasta cuándo.
El señor Gallardón considera que el porcentaje de mujeres que se acogen al supuesto de graves malformaciones del feto para solicitar el aborto no lo merecen. Pretende suprimirlo. Es el nuevo frente reaccionario que abre este gobierno de mayoría absoluta.
¿Se ha parado un momento el señor Gallardón a pensar en las consecuencias de suprimir este supuesto? Resulta que todavía hay una parte de la sociedad que piensa que se aborta a la ligera, como quien decide qué felpa comprar.
En un mundo perfecto podríamos suprimir el aborto, incluso en este terrible supuesto, porque las parejas con hijos con graves malformaciones tendrían asistencia profesional cualificada desde el primer minuto para poder sobrellevar la carga de ver a sus hijos sufrir física y psicológicamente. En un mundo perfecto esos hijos dispondrían de asistencia cuando sus padres fallecieran. Y antes que eso, en un mundo que simplemente aspirase a ser humano, se considerarían impensables los recortes de sanidad o prestaciones sociales, porque una atrocidad así sería considerada indigna, propia de sabandijas desalmadas y cavernarias.
Lo que quiero decir es que el actual Ministro de Justicia vive en un mundo perfecto.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/12/21/actualidad/1356126491_961753.html
de Martín Domingo (http://www.elvendedordecrecepelo.blogspot.com.es/)
Ya tenemos un muerto suicida en Granada por culpa de los desahucios bancarios. Un librero, para que la tragedia tenga más fuerza simbólica.
El Estado inyectó dinero a los bancos pero el crédito no fluye y estos no parecen dispuestos a compartir con sus clientes las consecuencias de la crisis.
José Miguel colaboró al rescate de la banca con lo que no tenía, pero la Caja con la que se hipotecó literalmente hasta el cuello no pondrá ni para su caja de pino.
Triste panorama el de nuestro país, donde los ejecutivos que han hecho quebrar la banca se protegen del frío con billetes de quinientos y los vendedores de libros se afanan en buscar una cuerda que no ceda cuando empujen la silla.
La comisión judicial que se desplazó hasta la Chana para ponerlo en la calle llegó una hora después de que se colgara en el patio interior de su negocio.
Quizá pensó que la dignidad, como la virginidad, se pierde sólo una vez, y decidió morir colgado antes que vivir de rodillas.
Imagino al funcionario rellenando el papeleo: “Habiéndose personado la comisión judicial en la vivienda sita en tal, al objeto de proceder al lanzamiento del señor pascual, la presente diligencia no ha podido llevarse a cabo por ahorcamiento del demandado”.
La conclusión es descorazonadora. En este mundo definitivamente enloquecido, Don Quijote ha muerto a manos del Tío Gilito, el hombre que vive con su particular regla de oro: el que tiene el oro pone las reglas.
César Ramírez Alberto nos envía el siguiente comentario:
Mientras la mayoría de las personas de este país han visto rotos sus sueños, muchos incluso su hogar, familia o vida, otros no han dejado de llenar su bolsa. A estos últimos yo los maldigo, porque han contribuido al desastre.

Adrián Tineo nos sugiere leer la siguiente noticia:
https://economia.elpais.com/economia/2013/01/11/actualidad/1357933025_975462.html