A la pregunta de por qué escribir, se puede responder de formas muy diversas. Algunos lo hacen para comprender, otros para sobrevivir. Hay quien dedica su vida a la Literatura por vocación, necesidad vital, deseo de inmortalidad o para poder vivir otras vidas. Existen muchas razones para hacerlo.
Por qué escribir, según algunos autores
Para Mario Vargas Llosa escribir es un complemento indispensable de la lectura que se ha ido convirtiendo, con el tiempo, en una forma de vida en torno a la que organiza toda su existencia. Fernando Iwasaki también alude a la lectura como el origen de su vocación. Esta pasión le llevó a creer en la inmortalidad de la palabra escrita y en la escritura como el acto libertario más poderoso que existe.
Umberto Eco escribía por gusto, al igual que Antonio Muñoz Molina, que dice hacerlo por afición. Para él la escritura es un vicio, un hábito, una manera de estar en el mundo.
Más crítico es el argumento de Juan José Millás. Afirma que escribe porque no se encuentra bien, motivo por el que además es un lector desaforado. Esa rebeldía también subyace en el oficio de Ricardo Menéndez Salmón. Si estuviera satisfecho, dice, me limitaría a vivir la vida, no a buscar comprenderla mediante la escritura.
Motivaciones desde el humor
Autores como Eduardo Mendicutti escriben para inventarse inventando historias, disfrutar del lenguaje, compensar su timidez y sacar los pies del tiesto. Se trata de razones no exentas de humor, como en el caso de Javier Marías, que dice hacerlo para evitar tener jefe, no deberle casi nada a casi nadie, no tener que saludar a quien no le apetece y comprender mejor la realidad. A todo eso añade que piensa mejor mientras escribe. Andrea Camilleri, por otra parte, prefiere escribir a descargar cajas en el mercado. Afirma que no sabe hacer nada más y que escribir le permite dedicarle los libros a sus nietos. También le ayuda a recordar a las personas queridas, contar y contarse historias y devolver algo de todo lo leído.
¿Por qué escribir? La mayoría de los autores tiene claro el detonante. Aunque algunos, como Eduardo Mendoza, nunca se lo hayan preguntado y opinen que hacerlo carece de interés, tras el acto de escribir se esconden siempre buenos motivos. ¿Cuáles son los tuyos?
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