Autor de obras maestras como Cien años de soledad, Crónica de una muerte anunciada o El coronel no tiene quien le escriba, y ganador del Nobel de Literatura en 1982, Gabriel García Márquez era, ante todo, un periodista, y así lo declaraba abiertamente, tanto en actos públicos como en la intimidad: Aprendí a escribir cuentos escribiendo crónicas y reportajes.
Con 20 años se inició en el oficio como reportero de El Universal y, desde entonces hasta que en 1998 adquirió la revista colombiana Cambio, dio testimonio de que el periodismo no era otra cosa que una forma de literatura, simultaneando sus corresponsalías, artículos y reportajes con los procesos de creación de sus novelas. Ni siquiera le alejó del oficio la publicación de Cien años de soledad, obra que en 1967 le situó bajo todos los focos.

García Márquez - periodismo y literatura

En 1994, doce años después de haber ganado el Nobel, Gabriel García Márquez creó la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano con el objetivo de estimular la vocación, la ética y la buena narración en el periodismo. Gracias a la labor de esta prestigiosa Fundación, a referentes estadounidenses del Nuevo Periodismo, como Tom Wolfe o Truman Capote, se sumaron otros de habla hispana como Martín Caparrós, Juan Villoro o Alberto Salcedo Ramos. Es complicado hablar de la no ficción en castellano sin mencionar el compromiso de Gabriel García Márquez con un oficio al que dedicó su vida. Estos son algunos de sus consejos.

García Márquez: periodismo y literatura

-No hay que confundir una historia larga con una historia alargada.
-Un escritor puede escribir sobre lo que quiera, siempre que sea capaz de hacerlo creer.
-No creo en el mito romántico de que el escritor debe pasar hambre para producir.
-Se escribe mejor habiendo comido bien y con una máquina eléctrica.
-Es más fácil atrapar un conejo que un lector.
-Debemos comenzar con la voluntad de que aquello que escribimos va a ser lo mejor que se ha escrito nunca, luego siempre queda algo de esa voluntad.
-No es recomendable obligar al lector a leer una frase de nuevo.
-Si uno se aburre escribiendo, el lector se aburre leyendo.
-El final de un reportaje hay que escribirlo cuando vas por la mitad.
-El autor recuerda más cómo termina un artículo que cómo empieza.
-El deber revolucionario de un escritor es escribir bien.
-Durante mucho tiempo me aterró la página en blanco. La veía y vomitaba. Pero un día leí lo mejor que se escribió sobre ese síndrome. Su autor fue Hemingway. Dice que hay que empezar, y escribir, y escribir, hasta que de pronto uno siente que las cosas salen solas, como si alguien te las dictara al oído, o como si el que las escribiese fuera otro. Tiene razón: es un momento sublime.

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