La sonrisa de Gagarin
De pequeño quería ser cosmonauta. Nada de astronauta, esa versión espacial de vaquero rumiante de chicle, sino cosmonauta, un auténtico pionero. Mi ídolo era Gagarin, cuya sonrisa sencilla y franca me sigue dejando absorto; ni Armstrong, ni Collins ni Aldrin, ni los tres juntos supieron sonreír como él. La de Yuri era la sonrisa de la conquista sideral. Conforme crecí, mi sueño se fue moderando. En mis últimos años de EGB, de camino hacia el almacén donde mi padre me [...]