La feria de la vida

Hubiera querido comprarme
la barraca entera de la feria,
la barraca pintada de color fresa,
y hubiera querido obsequiarte
también el cinema donde vimos
las películas que nos dieron
la idea de vivir en Marte.
Hubiera querido ser asimismo el dueño
de todos los hoteles
en que nos escondimos,
del tranvía en que huimos,
del café en que nos dijimos
para siempre adiós.
Pero soy solo el dueño del neón fresa
que anuncia intermitente, entrelluvioso,
ACADEMIA de BAILE.