Trenes rigurosamente vigilados, de Bohumil Hrabal, es una novela llena de humor y valentía. La leí hace años pero, al seleccionarla como recomendación para Onda Cero, pensé que debía hojear las primeras páginas, así refrescaría su memoria y confirmaría la elección. Abrí el libro y no pude cerrarlo hasta bebérmelo entero otra vez. Una maravilla.

El título surgió tras una broma que imaginamos el jueves pasado durante el programa de radio: Cicerón irrumpe en un mitín de una campaña electoral actual y defiende la utilidad del séquito de palmeros que acompaña al político de turno, ese séquito que cubre las espaldas de su líder en el escenario y que sonríe como figuritas de perro en la bandeja trasera de un viejo automóvil, oscilando la cabeza y rigurosamente vigilantes.

El adolescente que fui hace años se sentía incómodo en un Seat 1500 ante uno de aquellos perritos. Me recuerda en algo a Miloš, el protagonista de Trenes rigurosamente vigilados, un joven que tiene pendiente descubrir el amor y desarrollar el entendimiento y coraje que lo convierta en hombre. Miloš lo hará en el transcurso de la novela ¡y de qué modo!

Como todos, yo también he sido conquistado por Alemania, pero por suerte no he pasado la prueba a la que se enfrenta Miloš en la obra: la invasión de los ejércitos del Tercer Reich. A pesar de esta circunstancia, me gustaría poder decir que ahora me parezco al protagonista de Trenes rigurosamente vigilados, o al factor Hubička, otro entrañable personaje de la historia, pero no soy un héroe de novela. Sin embargo, algo tengo de ellos dos, porque en su compañía aprendí acerca del placer, la desdramatización y la importancia de atreverse a tomar partido.

Trenes rigurosamente vigilados

Bohumil Hrabal

118 páginas

Publicado en 1965 y, por primera vez en España, en 1988.

En 1966, el director Jiří Menzel realizó una versión cinematográfica que también recomiendo (ganó el Óscar a la mejor película extranjera).

…cuando los alemanes cruzaron en marzo nuestra frontera para ocupar todo el país y avanzaban en dirección a Praga, el único que fue hacia ellos fue nuestro abuelo, únicamente nuestro abuelo fue a hacerles frente a los alemanes como hipnotizador, a detener con la fuerza del pensamiento los tanques que avanzaban. Así que el abuelo iba por la carretera con los ojos fijos en el primer tanque, que dirigía la vanguardia de aquellos ejércitos motorizados. Y encima de aquel tanque estaba metido hasta la cintura en la cabina un soldado del Reich, en la cabeza llevaba un birrete negro con la calavera y las tibias cruzadas, y mi abuelo seguía de frente hacia ese tanque y llevaba los brazos estirados y con los ojos les infundía a los alemanes la idea, dad la vuelta y regresad… y de verdad, el primer tanque se detuvo, todo el ejército se quedó quieto, el abuelo tocó aquel tanque con los dedos y siguió emitiendo la misma idea…, dad la vuelta y regresad, dad la vuelta y regresad, dad la vuelta… y después un teniente hizo una señal con un banderín y el tanque se puso en marcha, pero el abuelo no se movió y el tanque lo atropelló, le arrancó la cabeza, y ya no hubo nada que le cerrara el camino al ejército del Reich.

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