No dudan en hablar de la importancia de fomentar la lectura y acuden a todo evento artístico donde puedan publicar sus sonrisas de boatiné, pero cuando los políticos son de baja estofa se les reconoce fácilmente porque a la sombra de su gobierno la cultura se seca. Tienen excusa. Eludir las acusaciones por corrupción y planificar los siguientes libelos contra quien amenace sus cargos los obliga a dedicar mucho tiempo al cuidado de la población de ácaros de sus sillones. Luego ¿qué cultura ni qué libro muerto?
Si únicamente dependiese de ellos, no sólo la cultura oficial estaría marchita, pero por suerte hay otros agentes en marcha. Estamos asistiendo a un aumento generalizado del interés activo por el arte. Cada vez hay más personas que practican pintura, escritura, teatro, música, baile y otras disciplinas creativas. Y lo están haciendo con la economía doméstica que les han dejado, la del presupuesto escaso y milagrero. Bien mirado, es una respuesta contundente al enanismo mental de esta clase de políticos cuya crisis, ya lo sabemos, es menos financiera que de ideas.
El dinamismo social también actúa con los libros, a través de los clubes de lectura y de Internet; desde portales establecidos y nuevos, como Beek, y desde las redes personales de aquellos lectores que no dudamos en difundir los títulos que nos gustan. Es cierto que hay mucho cansino que sólo sabe recomendar su última novelita autoeditada (o la de algún compinche que hace lo mismo por él), pero ese ruido, aunque abundante, es tan fácil de ignorar como los discursos de los políticos de mercadillo.
Fomentar la lectura no requiere grandes presupuestos sino ideas
Consuela descubrir que hay gobernantes capaces de dedicar atención a iniciativas envidiables. Una de esas medidas fue llevada a cabo por Emil Boc durante el verano pasado, como alcalde de la ciudad rumana Cluj-Napoca. Con el objetivo de promover el hábito lector, decretó cuatro días de transporte público gratuito para aquellos pasajeros que leyeran durante los trayectos en autobuses urbanos. La idea es del activista literario y joven poeta local Víctor Miron, y fue adoptada con entusiasmo por Boc, que apoyó la difusión valiéndose de sus propias redes sociales. La reacción de los ciudadanos fue inmediata y la campaña para promover la lectura se hizo viral prácticamente al instante.
Tras el éxito de esta primera iniciativa, decidieron continuar trabajando para fomentar la lectura mediante las redes sociales, concretamente en Facebook. Así, bajo el nombre de Bookface, pusieron en marcha una campaña que otorgaba descuentos en todo tipo de establecimientos (librerías, peluquerías, clínicas dentales) a aquellas personas que incluyeran un libro en su fotografía de perfil. De esta forma, la red se convirtió en un escaparate literario donde difundir, promocionar y generar los comentarios más diversos sobre libros y autores.
Son medidas que obtienen excelentes resultados a bajo coste. Quizá algún día podamos disfrutar de una gestión cultural comprometida y eficaz en nuestro país. Por el momento, tendremos que conformarnos con difundir estas iniciativas, a ver si nuestros dirigentes se dan por aludidos independientemente de su ideología. Hay que tener en cuenta que Emil Boc fue el Primer Ministro que se ocupó de implantar las políticas de austeridad en su país y que acabó dimitiendo del cargo ante las fuertes protestas del pueblo. Aunque de derechas y seguidor del evangelio dictado por el FMI, también conoce el significado de la palabra dimitir y es capaz de sacar tiempo para atender una buena idea con que fomentar la lectura.
Si te interesa este tema, en el siguiente enlace encontrarás algunos consejos para fomentar el hábito lector en los niños: El hábito de la lectura.
Gran artículo, excelente planteamiento, interesante orientación la del fomento de la lectura a bajo coste con el ejemplo que describes, necesaria reivindicación, LEER. La lectura es de todos, es un legado cultural de carácter universal y de nosotros depende su libre desarrollo, aunque los políticos con su enjundia oportunista de baja estofa pueden hacer y deshacer a su antojo, desgraciadamente, pues son los que deciden en última instancia a quién corresponde disfrutar de la riqueza económica, de los derechos de usufructo, de los bienes y de los servicios, también de la riqueza cultural. Por ello debemos, desde la iniciativa propia, contribuir en todo lo posible para implicarnos bajo nuestro libre albedrío. Si tuviésemos el apoyo y beneplácito de gobernantes con verdadera vocación de servicio y voluntad política, sería lo mejor, claro. Pero hasta que lleguemos ahi…
Me ha encantado leerte. Me quedo un rato por aquí, con tu permiso.
Un abrazo
Agradezco mucho tus palabras, Marisa, y la oportunidad de este acuerdo que vamos fraguando en la red a favor de la lectura y el arte.
Muchas gracias también por distinguirme con tu interés por lo que escribo. Además de aquí, puedes encontrar otros textos en:
http://www.fahrenheitxxi.com/author/rafael/
https://www.tallerparentesis.com/inoportunos/author/rafael/
Un abrazo
Me gusta leer, pero soy una persona sin estudios, intento comprender lo que leo, gracias por los consejos.
Es un placer, Isabel.
Muchas gracias por su comentario.