Big Fish
Blas era un amigo de la familia. Cada verano, cuando venía a visitarnos desde Madrid, hacinaba a todos los primos en la parte trasera de su camioneta y nos llevaba a la playa. Al bajar, cerca de la arena, alzaba la mano izquierda para apuntarnos con su dedo índice, que sólo llegaba hasta la primera falange. "¡Venga, macacos, al agua!" Yo permanecía fascinado y sobrecogido por aquel dedo enano, redondo y sin uña. «El ratón Pérez se lo comió porque [...]