El pasado 29 de marzo, el jurado dio a conocer el fallo de la segunda convocatoria del concurso literario organizado por Paréntesis, con un premio de 1000 euros al mejor microrrelato.
El ganador y los tres primeros finalistas fueron los siguientes:

 

Primer premio

Becario

Me topé en el recibidor con un viejo cronista a quien los días se le iban en articular toses y algún que otro estertor literario. Casualmente, me habían encargado –dada mi condición de becario en funciones– un borrador necrológico sobre su persona. Allí mismo, antes de iniciarse el coloquio, me saludó muy ceremonioso con la misma mano que acababa de llevarse a la boca. Camino de casa, arrumbado ya su cadáver en mi maletero, reconocí las inconveniencias de la vida de becario y la confusa excitación de las primeras publicaciones.

Benjamín García-Rosado Bordallo
Madrid

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Finalista

Determinación

Le he puesto las maletas en la calle. Yo, a ella. ¡En la calle!
Me ha llevado casi toda la noche, ¡qué cantidad de cosas! Hasta que lo he tenido todo enfrente del portal, no me he acordado de los traperos que pasan de madrugada: ella no vuelve hasta las 7, y a esa hora se lo habrían llevado todo.
Me ha parecido demasiado, además se perdería la primera sorpresa.
Un chaval se ha alejado con una camiseta interior, pero he conseguido arrebatarle el lobito de peluche. Ha sido una suerte; Coral lo hubiera echado en falta. Creo que voy a recogerlo todo. Lo dejaré exactamente donde estaba. ¿A quién se le ocurre? Todavía tengo tiempo. Sólo se ha perdido la camiseta; suerte del lobito. Dios quiera que no note nada.

Arcadi Marcet Calders
Barcelona

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Finalista

Tiene un nuevo mensaje

Hacía tanto que nadie me llamaba que opté por hacerlo yo, desde el móvil al fijo. Después de la señal, me contaba un chiste o algún problema del trabajo. Luego, al llegar a casa, me escuchaba con la atención que los demás se niegan a prestarme.
Al principio resultaba divertido; servía para aliviar la soledad mal curada que arrastro. Pero, con el tiempo, este juego inocente se ha vuelto en mi contra.
Los mensajes han ido creciendo en tamaño y en número hasta tal punto que creo que he llegado a conocerme. Ahora los escucho preocupado porque me caigo fatal y, la verdad, no sé como terminar con esta relación sin hacerme daño.

Beatriz Arias Tarazaga
Terrassa, Barcelona

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Finalista

Abastecimiento

Me preocupa quién dará de comer a todas esas personas que habitan dentro de los armarios roperos. El vestido sé que lo tienen asegurado, el calzado también, pero ¿y la alimentación? Sé a ciencia cierta que mis padres no les proporcionan nada, si exceptuamos esos caramelos indigestos de alcanfor. Sólo la abuela, a comienzos de cada otoño, camufla algunos membrillos entre las camisas recién planchadas.

Fermín López Costero
Cacabelos, León