José Luis Sampedro es uno de los escritores españoles de mayor prestigio. Nació en Barcelona en 1917 y vivió en Tánger hasta los trece años. Catedrático de Estructura Económica desde 1955 y miembro de la Real Academia Española, ha publicado, entre otras, las novelas Octubre, Octubre (1981), La sonrisa etrusca (1985), La vieja sirena (1990), El amante lesbiano (2000), Escribir es vivir, con la colaboración de Olga Lucas (2005) y, recientemente, La ciencia y la vida (2008), junto a Valentín Fuster (encuentros recopilados y escritos por Olga Lucas).

La entrevista consta de dos partes. La primera, relacionada con la actualidad, aparece a continuación.

¿Qué puede significar el cambio de presidencia en Estados Unidos? ¿Obama tiene margen de maniobra para cumplir sus promesas?

Tiene poco margen. En Estados Unidos predominan los intereses del capital, pero creo que intentará hacer lo que pueda, y podrá hacer más que otros. Lo prefiero setenta veces antes que a un salvaje necio y engolado como Bush. No es por hacer publicidad pero, tras la invasión de Irak, en 2003, ya escribí sobre la monstruosidad del ataque y las barbaridades que vendrían después en mi libro Los mongoles en Bagdad. La elección de Obama considero que ha sido un voto en contra del anterior presidente. Estas cosas también ocurren en España; no se vota a favor de, sino en contra de un candidato o partido.

Como economista, ¿qué opina sobre las ayudas de los gobiernos occidentales a las entidades financieras?

Le contaré una anécdota: en España tuvimos el Plan de Estabilización de 1956/57 mediante el que se aplicaron unas medidas económicas para aumentar la estabilidad a costa de que el producto nacional bajara un año. Sin embargo, como ocurre ahora, los bancos ganaron más. En aquel tiempo, un periodista le preguntó al presidente de un gran banco (don Pablo Garnica, creo recordar) cómo era posible esto, y él contestó: “No lo hemos podido evitar”. No es cinismo ni jactancia, es la pura verdad. El sistema s del capital; como en los casinos, la banca acaba ganando siempre.

José Luis SampedroLos libreros de Londres y Berlín han vendido más libros de Marx en los tres últimos meses que en los tres años anteriores, ¿a qué cree usted que se debe?

Sí, he leído esa noticia. Mire usted, en Marx hay dos aspectos esenciales: uno, su crítica al capitalismo, y otro, sus proyecciones hacia el futuro. En el segundo, hay más discusión posible, son conjeturas, hipótesis que no están demostradas. Pero como crítica del capitalismo, no hay nada mejor que la obra de Marx. Hay una frase suya que es la verdad pura e indiscutible: “El capitalismo lo convierte todo en mercancía”. La economía de mercado es indispensable en cualquier sociedad adelantada. Yo vendo mis lecciones y el carnicero vende su carne; hace falta un mercado. Pero una cosa es la economía de mercado y otra, muy distinta, es la sociedad de mercado, donde sólo se valora aquello que tiene un precio asignado. Ya decía Antonio Machado, en uno de sus aforismos, que cualquier necio confunde valor y precio. Bueno, pues aquí lo que vale es el precio. Cuando usted pregunta si una película es buena, los periódicos le contestan: las más taquilleras. Esta es una sociedad de mercado y, en eso, Marx sigue teniendo la razón. Nada más.

El llamado mercado libre, ¿concede libertad al escritor novel para crear y publicar?

El mercado libre, ¿acaso es libre? ¿Quién lo domina? Hay un libro de Milton Friedman, Premio Nobel de Economía, titulado Libertad de Elegir, del cual acaba de imprimirse en España la segunda edición. Lo edita FAES, como es natural. Y yo invito a todo el mundo a que vaya al mercado sin un céntimo, a ver dónde está su libertad de elegir. La libertad no es del mercado mismo, es de los medios con los que uno acude al mercado.
Cuanto más se tenga, mejor se estará. El mercado libre es, desde luego, una forma de afrontar el problema de la distribución, pero no garantiza la libertad. Usted comprenderá que, en el mundo de la literatura, los escritores estamos para escribir y los editores para ganar dinero. De paso, hay editores que se interesan por la literatura y procuran apoyarla, y otros que se dedican a vender garbanzos. La vida es así, tiene que haber de todo, lo mismo que hay escritores que tratan de decir cosas y otros que quieren ganar dinero (y están en su derecho).

Usted asistió a las tertulias de José María de Cossío. Las denominó la España vital, frente a la España oficial. ¿Dónde está hoy la España vital?

Sí, ¡fue en el cuarenta! Piense usted que en aquel tiempo aquello tenía un aire de cripta, de cosa secreta, como las catacumbas donde se reunían los cristianos en Roma. Había un café cerca del teatro Alcázar, en calle Alcalá esquina con Sevilla, el Lion, adonde iba Cossío cuando estaba en Madrid, y allí se reunía con don Eugenio d’Ors, Antonio Díaz- Cañabate (un periodista conocido que hacía unas crónicas taurinas deliciosas) y Gerardo Diego, entre otros, para hablar de lo que no se podía hablar fuera. Yo era un pipiolo de 23 años que escuchaba calladito a aquellos señores, muy emocionado, porque aquello era otra cosa, era la verdad. Cossío era un personaje valioso. Apoyó, por ejemplo, la poesía de Miguel Hernández.
Hoy es distinto, la España vital está en todas partes, y no puede dejar de estarlo. Eso es lo que molesta a la España oficial. Yo vivo bastante alejado, pero creo que me doy cuenta de las cosas. Hay una gran desconexión entre la gente joven y el mundo oficial. Los jóvenes desconfían, y con razón, de los alegatos y canales oficiales. La prueba está en la poca adhesión a los partidos políticos. Hoy la gente se apunta a ellos sólo para ver si consigue sacar algo.
En cuanto a las tertulias, tienen otra forma. Por un lado, están las organizadas, que son todos esos follones que nos preparan las emisoras, donde a veces salta la chispa, pero que, en general, son bla, bla, bla. Por otro, sigue habiendo tertulias, porque las personas se reúnen; piden y hacen cosas diferentes. La España vital está aquí, con ustedes, en esta entrevista.

La segunda parte de esta valiosa entrevista, dedicada a la escritura, se publicará en el próximo número.