—Un día te despertás y sentís algo que no querés, y no sé, supongo que te hace sentir mal —su voz rugosa se filtra por las rendijas de la puerta del armario donde estoy escondido, observándolos—. Es solo por eso, ¿entendés?
—La verdad, no —mi mujer está desnuda. No lo mira—. ¿Que querés que te diga? Siempre tenés una excusa para todo.
—Mara, Marita, creí que te había quedado claro.
—Vos siempre lo tuviste claro; para mí es oscuro, o ya no, decime vos.
—Nunca me interpretás bien —mi mujer se echa sobre su torso, todo cubierto de vello—. Las cosas cambian y nosotros con ellas, pero al fin y al cabo somos los mismos; es decir, diferentes, pero sustancialmente la misma cara de la miseria, ¿sabés?
—La verdad es la misma ayer, hoy o mañana; no vas a dejarla por mí —se aparta de él.
—Emilio te necesita —infla su pecho asqueroso—. Vos no vas a dejarlo.
—No me das respuestas. Ya no tengo ganas de explicarte las cosas, ni de estar con vos.
El aire se espesa acá metido, pero esto es como un juego, una emoción que no sentía hace años. Por otra rendija, más abajo, puedo ver la ropa interior de Mara en el suelo.
—Disculpa, pero ¿qué más puedo hacer? Al final es como yo digo —se esfuerza por encontrar su mirada—. El tiempo quema todas las cosas.
—Me cansé de tus blablerías —despeinada, la cara enojada, me encanta.
—Sólo te digo que me des tiempo, pero vos no querés.
—Sabes que dejaría al tonto de Emilio. Lo sabes —se sienta en la cama con la sábana envuelta por la cintura.
—Para mí tampoco es fácil.
—Nada es fácil para vos. Nada.
—No hacés otra cosa que apurarme —el desprecio de Mara es el mismo con el que me escucha a mí—. ¿Te das cuenta de que no sabemos si va a funcionar? Mirame. Mirate a vos.
—Y esto y lo otro, y que el amor no existe y todas tus mierdas. ¿Sos consciente de que nunca decís nada?
Él fuma concentrándose en el cigarrillo. Mara se agacha a recoger sus bragas y se las pone; sus vértebras se marcan en la piel. Se pone una remera, las medias, el pantalón; le dice que se pudra y termina de vestirse. Yo creo que igualmente me quiere. Ahora vamos a cenar juntos, ella llorará sin decirme nada y yo le voy a preguntar qué le pasa.