ST. DAVIDS, PENSILVANIA

—Me ha costado todas las relaciones sexuales que he tenido. No sé por qué lo hago. No me considero una persona politizada. No soy uno de esos tipos que claman por América, leen los periódicos y se preocupan por si se aprueban las leyes de Buchanan. Lo estoy haciendo con alguna chica, no importa con quién. Es cuando empiezo a correrme. Entonces me pasa. No soy demócrata. Ni siquiera voto. Una vez me asusté mucho y llamé a un programa de la radio, a un médico de la radio, sin decir mi nombre, y me diagnosticó la vociferación incontrolada y estridente de palabras o expresiones involuntarias, a menudo insultantes o escatológicas, cuyo nombre técnico es coprolalia. Pero cuando empiezo a correrme y me pongo a gritar, lo que digo no es insultante ni obsceno. Es siempre lo mismo y es muy raro, pero no lo consideraría insultante. Me parece simplemente raro. E incontrolable. Me sale igual que le sale a uno el semen, produce la misma sensación. No sé por qué pasa y no puedo evitarlo.
P.

—«¡Victoria para las fuerzas de la libertad democrática!» Pero mucho más fuerte. Como si lo gritara. De forma incontrolable. Ni siquiera pienso en ello hasta que se me escapa y lo oigo. «¡Victoria para las fuerzas de la libertad democrática!» Pero mucho más fuerte: «¡VICTORIA…!».
P.

—Bueno, se asustan mucho, ¿usted qué cree? Y yo me muero de vergüenza. No sé ni qué decir. ¿Qué diría usted si gritara «Victoria para las fuerzas de la libertad democrática» en el momento de correrse?
P.
—No me daría tanta vergüenza si no fuera tan raro, joder. Si tuviera alguna idea de por qué pasa. ¿Me entiende?
P.
—Joder, ahora mismo estoy avergonzado.
P.
—Pero solamente pasa una vez. A eso me refiero cuando digo lo que me ha costado. Me doy cuenta de que se asustan mucho y me entra vergüenza y no las vuelvo a llamar. Por mucho que intente explicárselo. Y las que más me avergüenzan son las que se muestran comprensivas, como si no les importara y no pasara nada y lo entendieran y no les molestara, porque gritar «¡Victoria para las fuerzas de la libertad democrática!» cuando estás eyaculando es tan raro, joder, que siempre me doy cuenta de que están alucinando y simplemente se muestran condescendientes conmigo y fingen que lo entienden. Y son esas las que de verdad me hacen cabrearme y no me da vergüenza no llamarlas o evitarlas por completo, las que dicen: «Creo que podría quererte a pesar de todo».