Historias de Roma, de Enric González fue mi recomendación del 5 de noviembre en el programa de radio Málaga en la Onda, 2ª edición, de Mercedes Lara (Onda Cero).
No se engañen, no se trata de una guía turística. Historias de Roma es un recorrido del autor por una ciudad fascinante, a menudo secreta. Sus páginas están llenas de recomendaciones, anécdotas locales, curiosidades históricas y memorias personales.
Este itinerario nos permite visitar preciosos palacios y salones poco conocidos, impresionarnos ante el retrato de Inocencio X pintado por Velázquez, tomar el mejor café de Roma, la mejor pasta, la mejor pizza. Disfrutar de su excepcional cocina de huerta, gracias a que allí los productos agrícolas aún no son presa de la industrialización. Reencontrarnos con personajes históricos como Giordano Bruno, quemado vivo en Campo di Fiori por atreverse a asegurar que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol, comprender el importante papel de la mamma italiana o entender las razones del éxito de Berlusconi.
Además de las corresponsalías del diario El País en Londres, París, Nueva York, Washintong, Roma y Jerusalén, Enric González cubrió la Guerra del Golfo, el genocidio de Ruanda y las pruebas nucleares en el atolón de Mururoa. Actualmente publica una columna de opinión en el diario El Mundo. Sin embargo, en Historias de Roma, Enric González cambia el tono periodístico clásico, frío y telegráfico, por una forma de narrar próxima a la conversación entre amigos, sin perder en ningún momento el colmillo propio de su oficio. Este fragmento puede ser un ejemplo de esa prosa incisiva, además de una cata de la obra:
El punto exacto no se conoce, pero en algún lugar entre el Panteón y el Área Sagrada de Largo Argentina, Bruto y sus compinches apuñalaron a Julio César. En muchos restaurantes hay muros o columnas de la era imperial y en cada uno de ellos aseguran que allí entró el cuchillo en las carnes del César. Si hubiera que hacerles caso a los camareros, el crimen de los Idus de Marzo debió parecerse a un pasacalles, con el César lleno de agujeros y corriendo de un portal a otro para no defraudar a ningún futuro miembro del gremio de la hostelería.