No deja de sorprender que Françoise Sagan escribiese Buenos días, tristeza con tan solo dieciocho años y que a los diecinueve, con la publicación y el rápido éxito de esta novela, ya fuese considerada una escritora con fama y prestigio. Tal vez lo que cabe esperar de alguien tan joven es una obrita voluntariosa, o quizá descabellada, llena de buenas intenciones o del actual descreimiento sin fronteras, pero Buenos días, tristeza te convence pronto de su calidad gracias a la ausencia de excesos juveniles de estilo, a su composición muy medida y, sobre todo, por la inesperada capacidad de reflexión de la protagonista.

Esas cualidades en una autora tan joven seguramente tengan algo que ver con la genialidad, pero también son producto de una convencida vocación observadora. Podemos decir que Françoise Sagan abrió pronto los ojos al mundo, muy abiertos además, y supo leer en él lo que muchas personas no llegan a atisbar en toda su vida.

Recomendado el 18/2/2016 en Onda Cero, en el programa de Mercedes Lara, Málaga en la Onda.

Buenos días, tristeza

Françoise Sagan
170 páginas.
Publicado por primera vez en Francia en 1954.
Otto Preminger realizó una versión cinematográfica de Buenos días, tristeza interpretada por Jean Seberg, David Niven y Deborah Kerr.

A ese sentimiento desconocido cuyo tedio, cuya dulzura me obsesionan, dudo en darle el nombre, el hermoso y grave nombre de tristeza. Es un sentimiento tan total, tan egoísta, que casi me produce vergüenza, cuando la tristeza siempre me ha parecido honrosa. No la conocía, tan sólo el tedio, el pesar, más raramente el remordimiento. Hoy, algo me envuelve como una seda, inquietante y dulce, separándome de los demás.

Aquel verano yo tenía diecisiete años y era completamente feliz. Los «demás» eran mi padre y Elsa, su amante. Antes que nada quiero explicar esa situación, que puede parecer falsa. Mi padre tenía cuarenta años y era viudo desde hacía quince. Era un hombre todavía joven, lleno de vitalidad, de posibilidades, y, al salir yo del internado, dos años antes, no me costó entender que viviese con una mujer. Más difícil me resultó aceptar que tuviese una distinta ¡cada seis meses!

 

Para leer una rápida semblanza de la vida y obra de Françoise Sagan, este artículo de El País.