Ernest Hemingway:

La papelera es el primer mueble en el estudio del escritor.

 

Si tuviéramos que definir el mundo en la década de los 60, tendríamos que hablar de revolución y cambio. En esa época, el nuevo periodismo surge como un reacción contra las férreas fronteras establecidas por el sector editorial norteamericano entre la ficción y la no ficción. Debió de ser apasionante participar en aquella ruptura de unas normas establecidas que aniquilaban la intensidad y la capacidad de apasionar al lector perseguida por el nuevo género.

A pesar de que la paternidad de la criatura se atribuye a Tom Wolfe, el nuevo periodismo contó con antecesores como Jack London, Ernest Hemingway o Norman Mailer, que militaron en las filas del periodismo, ya fuera de forma ocasional o permanente.

En el caso de Hemingway, fue periodista antes de dar el salto a la novela con resultados memorables.

Hemingway: consejos para escritores

-Nadie trabaja todos los días durante los meses de calor sin ponerse rancio: hay que vivir un poco, no ser un zombie de lápiz y papel. El mundo, más allá del escritorio, tiene posibilidades que solo puedes explotar si sales y vives un rato.

-No crees personajes, crea personas comunes en situaciones poco comunes.

-Tus personajes deben ser tan reales que den la sensación de que lo que se narra pasó realmente. Proyéctalos desde el corazón, desde la cabeza, desde el conocimiento, desde tu experiencia acumulada como escritor.

-No recargues los escritos con palabras resonantes, ni crees personajes tan increíbles que ni a ti mismo te convenzan.

-Jamás sé lo que va a suceder en una novela, a medida que avanza pasa lo que tiene que pasar.

-Todas las historias que continúan lo suficiente terminan en la muerte: esta es pues una premisa ineludible tanto para el lector, como para el escritor. No se puede narrar la historia de la vida sin la antagónica muerte acercándose más y más conforme se alarga el propio relato.

-Un escritor no puede vivir de espaldas a la realidad social de su época. Sería impensable.

-Es imprescindible releer lo escrito cientos de veces, y mejorarlo. Cuando termines una obra, déjala reposar el tiempo suficiente y vuelve a enfrentarte a ella fríamente y con ideas frescas.

-Si pretendes escribir, aléjate de las preocupaciones cotidianas. Tu mesa de trabajo es un lugar tan lejano en la memoria y la imaginación, que sólo tú —y tus lectores— alcanzarán a vislumbrarlo.

-La vida del escritor es solitaria, no esperes que las multitudes alaben tu trabajo. Nada te asegura el éxito instantáneo. Las grandes obras universales se descubrieron muchos años después de la muerte de sus autores.

-Transformar la soledad en algo positivo te ayudará a focalizar tus objetivos.

-No te rindas. No te conformes nunca.

-Come bien. El hambre no debe interrumpir tu trabajo.

-No escribas por dinero.

-Estudia a fondo el diccionario.

-Evita los adjetivos, especialmente los extravagantes como “espléndido, grande, magnífico, suntuoso”.

-Un escritor, si sirve para algo, no describe. Inventa o construye a partir del conocimiento personal o impersonal.

-Utiliza frases breves. Comienza siempre con una oración corta. Emplea un lenguaje vigoroso. Sé positivo.

Si quieres profundizar en este y otros aspectos del nuevo periodismo te recomendamos el Taller de Periodismo Literario