Misantropía Leve

Creí que malo era el ser extraño
a la ciudad, al tránsito, a las gentes;
creí que estos dos hombros deferentes
no harían al fruncirse sino daño,

pero he sabido hoy, que desentraño
el alma de tenderos y clientes,
que ser igual a todos los presentes
y reírles su risa año tras año

la médula y las uñas envenena,
va hilando de algodón una cadena
que arañará después nuestra autopista.

Desde que me acumulo con el vulgo
voy al altar sin desviar la vista
Para no distinguir con quien comulgo.

(Urbi et Orbi, Ediciones Hiperión, 7€)