Demasiado repetitivo, los mismos persona- personajes, las mismas poses, los mismos pensamientos, las mismas pautas de comportamiento, los mismos móviles… Prototipos PSOE, prototipos PP o prototipo ecologista…
En casi todas las obras, el banquero imita al banquero, la prostituta a la prostituta, el trabajador al trabajador, el progre al progre; demasiadas copias de copias. Cualquier espectador inquieto es capaz de predecir sus vidas sobre el escenario. Con ciertos directores e intérpretes se suceden indefinidamente los mismos actos.
Mientras tanto, Valle-Inclán continúa aparcando coches en la explanada colindante a cambio de la voluntad —si tuerce el gesto, el conductor lee “te rallo el coche”, y la propina es más generosa—. Mientras Lorca sopla una flauta amenizando la cola de los que no tienen abono o invitaciones del concejal, los mejor trajeados mascullan: ¡Qué sabrá éste de arte! Mientras el hedor de Artaud compite con el de las perfumadas damas y pulcros caballeros que esperan su turno para acceder a la sala, éstos comentan: ¡Qué hará este apestado sobre la alfombra roja de nuestro Festival Internacional!
Esta gente existe. Ocultan sus miedos acomodados en sus butacas, celebran las obras e interpretaciones intrascendentes que no alteren sus costumbres, sus ideas; que no les obliguen a cuestionarse nada. Por su parte, los directores y actores conocen los límites que no han de sobrepasar hasta la próxima subvención. Toda esta gente existe