“No quiero mostrarme”, me digo apenas me pongo a escribir.
Esta ocurrencia o dificultad –que no siempre llega de esta forma– podría hacer que me detuviera el tiempo necesario para buscar su origen y decidir su destino. Dificultad que, a veces, encubre la necesidad de declarar, de encontrar la palabra adecuada, como en las antiguas asambleas.
¿A quién no le sorprende que un escrito sobre psicoanálisis, incluso cualquier escrito, empiece con un “no”, con una negación en su primer párrafo? Ese “no” es una de las formas en las que se presenta un deseo inconsciente. Ese es el origen (de él quizá me haya protegido durante mucho tiempo) de una necesidad de expresarme, de decir lo más particular que puedo decir: mi deseo.
Tenemos el temor a que lo particular se muestre. Y, por otra parte, está el deseo de mostrarlo. ¿Existe algo más perturbador que una paradoja encarnada? Está, sin duda, un horror en juego, y también las ganas de escribirlo, de trascenderlo, de sublimarlo.
Cada uno, por las razones que sean, puede transitar en una paradoja semejante. Y podemos encontrar que lo que pretende ese deseo justificado, es usar cualquier camino –como el de escribir– que emprendamos.
Lo que se muestra en un escritor como afán de notoriedad, fama o reconocimiento, puede albergar en su interior lo menos adecuado a tal fin, salvo que lo presente “cocinado”, elaborado. De modo que quede diferenciada la fuente inspiradora del escrito, del que escribe; es decir, de su origen.
Podemos querer ser reconocidos por lo que escribimos. Y no es necesario que se nos reconozca en lo escrito en nuestros aspectos menos meritorios. Aunque también pueda elaborarse con valentía lo menos meritorio. He oído decir que esto es un acto de amor. Yo también lo creo. Lo es ante todo, aunque parezca paradójico, hacia uno mismo.
Pero este no es un acto que tenga que ser descarnadamente dramático ni en primera persona. Siempre podremos crear un personaje que se agite con nuestra anomalía. Esa renuncia al narcisismo es esencial; quien sabe elaborarla siempre obtiene una satisfacción como recompensa.