En 1945, mucho antes de escribir Matadero Cinco, el soldado estadounidense Kurt Vonnegut fue hecho prisionero por los alemanes y destinado a un campo de trabajo en Dresde, donde sería testigo del bombardeo más atroz jamás realizado en la historia.

Dresde no tenía ningún valor estratégico y continuaba al margen de la guerra, por lo que se había convertido en refugio de enfermos, niños y ancianos que huían del dominio de la aviación aliada. Ni siquiera hubo una razón táctica por la que pudiera ser arrasada entre el 13 y el 15 de febrero mediante la descarga de cuatro mil toneladas de bombas explosivas y una concentrada lluvia de bombas incendiarias que acabaron originando una tormenta de fuego en el centro de la ciudad. La temperatura alcanzada fue tal, que la piedra y el metal fundidos se filtraron a través del suelo hasta alcanzar los refugios antiaéreos.

Kurt Vonnegut, que era retenido junto a sus compañeros en los sótanos de un matadero a las afueras de la ciudad, sobrevivió y fue parte del equipo de limpieza. Cumpliendo instrucciones de los vigilantes, pasó los siguientes días extrayendo cadáveres, hasta que el olor comenzó a dificultar las tareas. A partir de ahí la necesidad obligó a agilizar el proceso: en cada nuevo sótano, refugio o derrumbe, Kurt y otros prisioneros bajaban a recuperar lo más rápidamente posible los objetos de valor, salían y a continuación un soldado alemán con un lanzallamas entraba a incinerar allí mismo los cuerpos.

De regreso en Estados Unidos, Vonnegut tenía en mente escribir su historia de la guerra. Los amigos habían vuelto a casa, y todos contaban grandes aventuras. Vonnegut fue a la oficina del periódico Indianapolis News a recabar la información que tuviesen acerca de Dresde y sólo encontró una nota muy escueta: la baja de dos bombarderos durante el ataque a la ciudad. Así que pensó que aquello debía haber sido uno de los sucesos más insignificantes de la Segunda Guerra Mundial. Los demás tenían mucho mejores historias para escribir.

Tiempo después, el interés que mostró un vecino europeo al descubrir que Vonnegut había estado en Dresde y la publicación de un libro de David Irving donde declaraba que aquel bombardeo había sido la mayor masacre de la historia de Europa, le hicieron pensar que, después de todo, había sido testigo de algo importante. Así que retomó la idea de escribir la novela y se la imaginó protagonizada por John Wayne y Frank Sinatra.

Mary O’Hare, la pareja de un amigo de Kurt Vonnegut, le dijo: «Érais sólo niños. No está bien pretender que fuéseis hombres como Wayne o Sinatra. Tampoco es honesto con las futuras generaciones, porque harás que la guerra parezca buena». Esa respuesta hizo que Vonnegut se plantease cambiar el enfoque de la historia, a la que terminó por subtitular La cruzada de los niños y que, lejos de contener el relato de un héroe o de albergar falsas pretensiones de novela histórica, es una obra que mezcla con endiablada maestría el pasado, presente y futuro, la memoria, fantasías y visiones del protagonista, Billy Pilgrim; un peregrino del tiempo con el que disfrutaremos del drama, el humor negro, la crítica y la desbordante imaginación que se cobija entre las páginas de Matadero Cinco.

Libro recomendado la última semana de enero de 2016 en el programa de radio “Málaga en la Onda”, presentado por Mercedes Lara.

Matadero Cinco

Kurt Vonnegut
180 páginas
Publicado en 1969. En España, por Anagrama, en 1987.

 

Fragmentos de Matadero Cinco:

 

Billy es espástico en cuanto al tiempo; no puede controlar lo que va a sucederle y sus excursiones no siempre son divertidas. Vive en constante temor, dice, pues no sabe nunca qué parte de vida le va a tocar representar al momento siguiente.

 

La formación volaba de espaldas hacia una ciudad alemana que era presa de las llamas. Cuando llegaron, los bombarderos abrieron sus portillones y merced a un milagroso magnetismo redujeron el fuego, concentrándolo en unos cilindros de acero que aspiraron hasta hacerlos entrar en sus entrañas. Los containers fueron almacenados con todo cuidado en hileras. Allí abajo, los alemanes también tenían sus propios inventos milagrosos, consistentes en largos tubos de acero que utilizaron para succionar balas y trozos de metralla de los aviones y de sus tripulantes. Pero todavía quedaban algunos heridos americanos, y algunos de los aviones estaban en mal estado. A pesar de ello, al sobrevolar Francia aparecieron nuevos aviones alemanes que solucionaron el conflicto. Y todo el mundo estuvo de nuevo sano y salvo.

 

Enlace:

Reglas de Kurt Vonnegut para escribir ficción

 

Matadero Cinco - Kurt Vonnegut